Deodoro Roca Redactor |
MANIFIESTO
DE CÓRDOVA
Por:
Emilio Biasco
Universidad
de la República del Uruguay
Como citar
este artículo:
Biasco, E. (08
de octubre de 2012). Cátedra de Derecho
Público. Recuperado el 20 de noviembre de 2012, de www.ccee.edu.uy/ensenian/catderpu/material/cordoba.PDF
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MANIFIESTO DE LA REFORMA ESTUDIANTIL DE CÓRDOBA - 1918
Hace
80 años los estudiantes cordobeses encendieron la llama de la Reforma
Universitaria. Aunque este proceso comenzó en la atrasada y clerical provincia
de Córdoba, no tardó en extenderse a las otras universidades del país y desde
ahí a toda América Latina y el mundo. Con la bandera de la Reforma
Universitaria se funda el movimiento estudiantil americano y toma forma su
programa por la participación estudiantil en el gobierno de casas de altos
estudios, la autonomía universitaria, la docencia libre y la extensión
universitaria. La Reforma representó, sin embargo, mucho más que un mero
episodio estudiantil. Tuvo presente desde un primer momento el ímpetu de los
sectores medios en un contexto más general determinados por la I Guerra Mundial,
la Revolución Rusa y el ascenso general de la clase obrera europea de la
primera posguerra. Si este proceso influirá decididamente en el auge del movimiento
reformista, la derrota de la revolución y el equilibrio capitalista que se dará
a mediados de la década del 20 jugarán en su contra.
La
reforma Universitaria es parte fundamental de la historia de América Latina.
Varias generaciones posteriores fueron tributarias de este movimiento: de sus
filas surgirá en la década del 20 el planteamiento de formar un movimiento
nacionalista de contenido burgués capaz de viabilizar un desarrollo capitalista
similar al de los países centrales en nuestro atrasado y semicolonial
continente. Este será el programa del APRA peruano, fundado por uno de los
máximos dirigentes reformistas, Haya de la Torre. También de las filas de la
Reforma surgirá el cubano Mella, fundador del PC cubano, que pasará por arriba
del reformismo y proclamará la inviabilidad de los objetivos de la Reforma
fuera del cuadro de la revolución social acaudillada por la clase obrera.
Por
último, a modo de introducción, debemos señalar que uno de los mayores méritos
de la Reforma es que puso de manifiesto la unidad de la transformación
educativa y cultural con la transformación social y política de la sociedad.
Nada más alejado para un estudiante reformista que el apoliticismo o el
academicismo, entendidos como variantes que rechazan la vinculación del
movimiento estudiantil con la lucha política y social.
Los
reformistas no dudaron en apoyar a partidos políticos cuando pensaban que estos
favorecían su lucha; de la misma manera cuando consideraron que éstos no
existían resolvieron fundarlos, e incluso llegaron a combatir los partidos que
ellos habían fundado cuando vieron que no respondían a sus intereses y se
lanzaron a construir otros nuevos. Es por eso que el estudio de la Reforma y de
los diversos caminos que eligieron sus protagonistas mantienen hoy todo su
interés para la juventud (Gabriel Solano).-
La Juventud Universitaria de Córdoba a
los Hombres Libres de Sudamérica
Hombres
de una República libre, acabamos de romper la última cadena que, en pleno siglo
XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Hemos resuelto
llamar a todas las cosas por el nombre que tienen. Córdoba se redime. Desde hoy
contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que
quedan son las libertades que faltan. Creemos no equivocarnos. Las resonancias
del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos
viviendo una hora americana.
La
rebeldía estalla en Córdoba y es violenta porque aquí los tiranos se habían
ensoberbecido y era necesario borrar para siempre el recuerdo de los
contrarrevolucionarios de mayo. Las universidades han sido hasta aquí el
refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la
hospitalización segura de los inválidos y - lo que peor aún el lugar en donde
todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las
dictara. Las universidades han llegado a ser así fiel reflejo de estas
sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una
inmovilidad senil. Por eso es que la ciencia frente a estas casas
mudas
y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio
burocrático. Cuando en un rapto fugaz abre sus puertas a los altos espíritus es
para arrepentirse luego y hacerles imposible la vida en su recinto. Por eso es
que dentro de semejante régimen, las fuerzas naturales llevan a medio trizar la
enseñanza y el ensanchamiento vital de los organismos universitarios no es el
fruto del desarrollo orgánico, sino el aliento de la periodicidad
revolucionaria.
Nuestro
régimen universitario - aún el más reciente divino: el derecho divino del
profesorado universitario. Se crea así mismo. En él nace y en él muere.
Mantiene un alejamiento olímpico. La Federación Universitaria de Córdoba se
alza para luchar contra ese régimen y entiende que en ello lleva la vida.
Reclama un gobierno estrictamente democrático y sostiene que el demos
universitario, la soberanía, el derecho a darse el gobierno propio radica
principalmente en los estudiantes. El concepto de autoridad que corresponde y acompaña
a un director o a un maestro en un hogar de estudiantes universitarios no puede
apoyarse en la fuerza de disciplinas extrañas a la sustancia misma de los
estudios. La autoridad en un hogar de estudiantes no se ejercita mandando, sino
sugiriendo y amando: enseñando.
2
Si
no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el que aprende, toda
enseñanza es hostil y por consiguiente infecunda. Toda la educación es una
larga obra de amor a los que aprenden. Fundar la garantía de una paz fecunda en
el artículo conminatorio de un reglamento o de un estatuto es, en todo caso,
amparar un régimen cuartelario, pero no una labor de ciencia.
Mantener
la actual relación de gobernantes a gobernados es agitar el fermento de futuros
trastornos. Las almas de los jóvenes deben ser movidas por fuerzas
espirituales. Los gastados resortes de la autoridad que emana de la fuerza no
se avienen con lo que reclaman el sentimiento y el concepto moderno de las
universidades.
El chasquido del látigo sólo puede rubricar el silencio de los inconscientes o
de los cobardes. La única actitud silenciosa que cabe en un instituto de
ciencia es la del que escucha una verdad o la del que experimenta para crearla
o comprobarla.
Por
eso queremos arrancar de raíz en el organismo universitario el arcaico y
bárbaro concepto de autoridad que en estas casas de estudios es un baluarte de
absurda tiranía y sólo sirve para proteger criminalmente la falsa dignidad y la
falsa competencia. Ahora advertimos que la reciente reforma, sinceramente liberal,
aportada a la Universidad de Córdoba por el doctor José Nicolás Matienzo sólo
ha venido a probar que el mal era más afligente de lo que imaginábamos y que
los antiguos privilegios disimulaban un estado de avanzada descomposición. La
reforma Matienzo no ha inaugurado una democracia universitaria, ha sancionado
el predominio de una casta de profesores. Los intereses creados en tornos de
los mediocres han encontrado en ella un inesperado apoyo. Se nos acusa ahora de
insurrectos en nombre de un orden que no discutimos, pero que nada tiene que
hacer con nosotros. Si ello es así, si en nombre del orden se nos quiere seguir
burlando y embruteciendo, proclamamos bien alto el derecho sagrado a la
insurrección. Entonces la única puerta que nos queda abierta es la esperanza,
es el destino heroico de la juventud. El sacrificio es nuestro mejor estímulo,
la redención espiritual de las juventudes americanas nuestra única recompensa,
pues sabemos que nuestras verdades son -y dolorosas- las de todo el continente
¿Qué en nuestro país una ley - se dice- la ley de Avellaneda, se opone a
nuestro anhelos?, pues a reformar la ley que nuestra salud moral lo está
exigiendo.
La
juventud vive siempre en trance de heroísmo. Es desinteresada, es pura. No ha tenido
tiempo aún de contaminarse. No se equivoca nunca en la elevación de sus propios
maestros. Ante los jóvenes no se hace mérito adulante o comprado. Hay que dejar
que ellos mismo elijan sus maestros y directores, seguros de que el acierto ha
de coronar sus determinaciones. En adelante sólo podrán ser maestros en la
futura república universitaria los verdaderos constructores de almas, los
creadores de verdad, de belleza y de bien. La juventud universitaria de Córdoba
cree que ha llegado la hora de plantear este grave problema a la consideración
del país y de sus hombres representativos.
Los
sucesos acaecidos recientemente en la Universidad de Córdoba con motivo de la
elección rectoral, aclaran singularmente nuestra razón en la manera de apreciar
el conflicto universitario. La Federación Universitaria de Córdoba cree que
debe hacer conocer al país y a América las circunstancias de orden moral y jurídico
que invalida al acto electoral verificado el 15 de junio. Al confesar los
ideales y principios que mueven al juventud en esta hora única de su vida,
quiere referir los aspectos locales del conflicto y levantar bien alta la llama
que está quemando el viejo reducto de la opresión clerical. En la Universidad
Nacional de Córdoba y en esta ciudad no se han presenciado desórdenes, se ha
contemplado y se contempla el nacimiento de una verdadera revolución que ha de
agrupar bien pronto bajo su bandera a todos los hombres libres del continente.
Referiremos
los sucesos para que se vea cuánta razón nos asistía y cuánta vergüenza nos
sacó a la cara la cobardía y la perfidia de los reaccionarios. Los actos de
violencia, de los cuales nos responsabilizamos íntegramente, se cumplían como
en el ejercicio de puras ideas. Volteamos lo que representaba un alzamiento. Aquellos
representan también la medida de nuestra indignación en presencia de la miseria
moral, de la simulación y del engaño artero que pretendía filtrarse con las
apariencias de la legalidad. El sentido moral estaba oscurecido en las clases
dirigentes por un fariseísmo tradicional y por una pavorosa indigencia de
ideales. El espectáculo que ofrecía la Asamblea universitaria era repugnante.
Grupos de amorales deseosos de captarse la buena voluntad del futuro rector
exploraban los contornos en el primer escrutinio, para inclinarse luego al
bando que parecía asegurar el triunfo, sin recordar la adhesión públicamente
empeñada, el compromiso de honor contraído por los intereses de la universidad.
Otros -los más- en nombre del sentimiento religioso y bajo la advocación de la
Compañía de Jesús, exhortaban a la traición y al pronunciamiento subalterno. (Curiosa
religión que enseña a menospreciar el honor y deprimir la personalidad.
Religión para vencidos o para esclavos). Se había obtenido una reforma liberal
mediante el sacrificio heroico de una juventud. Se creía haber conquistado una
garantía y de la garantía se apoderaban los únicos enemigos de la reforma. En
la sombra los jesuitas habían preparado el triunfo de una profunda inmoralidad.
Consentirla habría comportado otra traición.
3
A la
burla respondimos con la revolución. La mayoría expresaba la suma de la
represión, de la ignorancia y el vicio. Entonces vimos la única lección que
cumplía y espantamos para siempre la amenaza del dominio clerical. Armoniosa
lección que acaba de dar a la juventud el primer ciudadano de una democracia
universitaria. Recojamos la lección compañeros de toda América, acaso tenga el
sentido de un presagio glorioso, la virtud de un llamamiento a la lucha suprema
por la libertad, ella nos muestra el verdadero carácter de la autoridad
universitaria, tiránica y obcecada, que ve en cada petición un agravio y en
cada pensamiento una semilla de rebelión.
La
juventud ya no pide, exige que se le reconozca el derecho a exteriorizar ese
pensamiento propio en los cuerpos universitarios por medio de sus
representantes. Está cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de
realizar una revolución en las conciencias, no puede desconocérsele la
capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa.
Enrique
F. BARROS, Horacio VALDÉS, Ismael C. BORDABEHERE, presidentes- Gumercindo
SAVAGO- Alfredo CASTELLANOS - Luis M. MÉNDEZ - Jorge L. BAZANTE - Ceferino
GARZÓN MAEDA - Julio MOLINA - Carlos SUÁREZ PINTO - Emilio R. BIAGOSCH - Ángel
J. NIGRO - Natalio J. SAIBENE - Antonio MEDINA ALLENDE - Ernesto GARZÓN.
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