¿Empresas o universidades?
Por Gustavo Rodríguez Ostria - Columnista - 19/02/2012
Los tiempos
http://www.lostiempos.com/diario/opiniones/columnistas/20120219/empresas-o-universidades_161050_336725.html
En todo el continente, con la
excepción de Cuba, existe una notable proliferación del sector privado de la
Educación Superior. En algunos países como Brasil y Colombia, por ejemplo, el
número de estudiantes matriculados en las instituciones privadas supera al de
las públicas. Esta situación, que en la mayor parte de los casos se produjo en
los años 90, incluye al menos dos dimensiones. Los recursos de las familias, y
no los del Estado, están financiando una buena parte de la matrícula
universitaria. Además está el dinamismo de la educación privada, que en número
de instituciones, programas y estudiantes, crece más rápidamente que las
entidades públicas, que enfrentan recortes en sus asignaciones fiscales.
En algunos casos, como en Chile, el
proceso de privatización supuso además el arancelamiento de todos los estudios
y el fin de la tradicional gratuidad. Todos y todas pagan, sea que se inscriban
en entidades públicas o privadas, requiriendo de créditos y endeudamiento
personal para culminar una carrera.
Se trata de un fenómeno que corrió
paralelo a nuevas expectativas de las clases medias y las políticas de mercado
en la economía. Las entidades privadas poseen ahora tradiciones, culturas
y visiones disímiles a las entidades autónomas. A diferencia de éstas que se
esfuerzan —aunque no siempre lo logren— por realizar las tres funciones
sustantivas de la Educación Superior: formación, investigación e interacción,
los establecimientos privados son manifiestamente docentes; es decir,
transmiten conocimiento sin realizar labores de investigación.
Por otra parte, concebidas como
empresas, que siguen la lógica del costo-beneficio y su dinámica de poder y
autoridad, desecharon la pluralidad y la libertad de cátedra que caracteriza
desde sus orígenes al mundo universitario. Sus docentes carecen del derecho a
organizarse y de libertad de cátedra y por lo que, en consecuencia, han perdido
su posibilidad de actuar como portadores de un saber diverso. Sus estudiantes,
en tanto, fueron transformados en clientes, que actúan como quien demanda
cualquier otra inocua mercancía, que se distribuye y se produce en un ambiente
de baja regulación y escasa responsabilidad social y pública.
No siempre cristalizaron en
organizaciones dotadas de una gestión moderna y de planificación estratégica;
por el contrario se conformaron más bien como empresas familiares o núcleos de
socios, que siguen los bamboleos del mercado y en las cuales las autoridades y
directivos académicos se confunden con los inversionistas y viceversa.
Instituciones, en suma, que en ausencia de organismos colegiados de gestión o
participación social para su regulación, se manejan discrecionalmente. El poder
se concentra en pocas manos y se ejerce burocráticamente de arriba hacia abajo,
contrariando el espíritu participativo universitario.
“Al aplicar la gestión de los negocios
al manejo de la universidad se la equipara con la empresa, —señala el académico
mexicano Eduardo Ibarra Colado— y el conocimiento como un recurso valioso
sólo en la medida en la que demuestra su utilidad práctica en el menor plazo
posible…”. Estamos —aduce— frente a una situación de capitalismo académico o de
“Macdonalización” de la Educación Superior, donde la enseñanza se convierte en
un vehículo para el lucro.
Las recientes movilizaciones
estudiantiles, los pronunciamientos de docentes en Chile, México,
Colombia, Europa e incluso Australia, han colocado en debate el proceso de
privatización de las universidades. ¿Entre nosotros, la crítica de la
mercantilización será parte de la descolonización de la educación, ahora en
curso?
El autor fue Viceministro de Educación Superior
El autor fue Viceministro de Educación Superior
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